YolandaFlorido Maldonado
Concejala Rincón de la Victoria
Nací en Málaga. Soy la mayor de dos hermanos, luego tengo otra hermana más por parte de padre. Pero en mi núcleo familiar éramos dos. Nos llevamos 3 años.
Mi madre es de Málaga, de la Plazuela Santa María, y mi padre de la Cruz Verde. Mi madre gitana, mi padre no. Tras casarse, me tuvieron a mí, que soy la mayor, y luego a mi hermano. Mientras mi hermano es moreno, pelo negro y ojos oscuros, yo nací con ojos azules, que mi madre dice que me vienen por dos vías: la de mi padre, y la de mi abuelo materno, mi abuelo José, que también tenía los ojos claros.
Mis padres al principio vivieron en la Cruz Verde, en la calle Los Negros. Luego se mudaron al Monte Pavero, y más tarde nos fuimos a Miraflores.
Yo recuerdo que, estando en el Monte Pavero, mi madre me llevaba ya a una escuela infantil. Mi abuela-tía Lola me cuenta que yo nunca quería ir al colegio, y que ella me decía que tenía que ir para aprender a leer y a escribir. En Miraflores me llevaron a la escuela Pinocho, y allí aprendí yo a leer y me dieron mi primer diploma, que lo tengo todavía. Mi madre dice que me emocioné mucho, y que yo de chiquitita aprendí a leer muy rápido. Y que luego, en el colegio, la primaria me la saqué del tirón, al igual que el instituto, y luego mi carrera: pedagogía.
Yo tenía esa inquietud de poder transmitir, poder enseñar, y estuve dudando entre magisterio de infantil, de primaria o pedagogía, porque pensé que con esta última tendría más oportunidades, al ser una carrera más nueva. Y la hice del 96 al 2000, saqué hasta una matrícula de honor… Me gusta mucho aprender y estudiar. Yo no paro de estudiar, soy autodidacta, me encanta leer. Y ahora me estoy planteando estudiar Trabajo Social o Educación Social. Son dos carreras que me atraen mucho, porque a mí me encanta trabajar con la gente.
Yo tengo las 24 horas del día ocupadas, pero si quiero puedo sacar ese tiempo. Porque estudiar no me pesa. Cojo un libro, y me gusta por lo que veo. Afortunadamente yo hago cosas que me gustan, me encanta mi trabajo, en la Concejalía he disfrutado mucho, y ahora estando en la oposición también disfruto. Me siento muy afortunada por poder vivir como quiero.
Mi hija tiene 18 años, está estudiando Historia del Arte en la Universidad… Y mi hijo tiene 15, termina 4º de la ESO y empieza bachillerato.
Durante mi etapa de formación no sentí discriminación por el hecho de ser gitana. Quizá porque no parecía una gitana, aunque mi madre siempre me dice, y mi marido también lo dice mucho, que la forma de mi cara es muy gitana. Pero bueno, eso yo creo que es un estereotipo que tenemos montado. Las personas somos todas iguales y da igual, no hay que llevar un carnet que diga si soy o no gitana… Ni todas las gitanas somos iguales…
Yo he crecido en un ambiente muy natural, sin nada especial a recalcar en cuanto a discriminación por el hecho de ser gitana. Por el hecho de ser mujer, sí.
En mi colegio había de todo: gitanos y no gitanos. Yo estoy super orgullosa de ser gitana y de ser mujer. Y además de ser feminista. Y socialista, y muchos ista (ríe).
Yo me siento muy orgullosa de lo que hago, y ¿sabes por qué? Porque pienso que lo poquito que yo haga, es como una gotita en un mar. Y voy generando ondas, onditas, que transforman. Entonces yo pienso que cada paso que yo pueda dar para visibilizar a la mujer gitana, es un paso más que se da en la promoción de la mujer gitana.
Me interesa que nos vean como somos. Que no somos como aparecemos muchas veces en los medios. Es cierto que yo veo los Gipsy Kings y a mí se me ponen los vellos así… el brilli-brilli me encanta… porque hay muchas cosas que comparto, pero hay otras cosas que veo y pienso: no, así no, así no somos todos, así no somos todas las gitanas. Y entonces me digo: una gotita, y voy generando ondas y lo que pueda ir cambiando, bienvenido sea.
En mi asociación, Prodiversa (Progreso y Diversidad), tenemos un área específica que trabaja la promoción de la mujer. Trabajamos con mujeres víctimas de la violencia de género, nosotras atendemos a toda la población…
También he estado trabajando en otras fundaciones, como Secretariado Gitano. Solicité un puesto en la fundación, pasé la entrevista y estuve trabajando un año, haciendo el programa de empleo en La Corta, una barriada de aquí de Málaga. En otro momento estuve también llevando un programa específico de salud, en La Palmilla. He tenido muchas oportunidades de ayudar, y a nivel personal también veo que tengo oportunidades de apoyar a las mujeres.
En la Concejalía, yo he llevado, y ha sido la primera vez, la bandera gitana al salón de plenos de El Rincón de la Victoria. Y he llevado también el Gelem Gelem, el himno del pueblo gitano. Y eso es un empuje también a las mujeres gitanas. Porque yo pienso que lo que no se ve, no existe. Entonces, si tú visibilizas, eso da un impulso a todas las mujeres y a todos los hombres de la población gitana. Pero sobre todo a la mujer, con la existencia de todos esos estereotipos…
Y es que todo depende de caer en una familia que apueste por la igualdad. Una familia que quiera que no te estanques y que apueste por ti, está claro. Yo, en mi caso, mi madre y mi padre… todo lo que tenían era para nosotros.
Aunque (ríe), no nos han educado igual a mi hermano y a mí. No, no, no. Porque… bueno, son esos micromachismos… que ya cuando te pones las gafas violeta dices, uff, no veas… Está claro que no nos han educado igual.
Con mis hijos yo lo intento, el educar en igualdad, pero todavía a veces tengo… A ver, yo me he criado en una sociedad patriarcal, estamos todos rodeados de machismo, y los micromachismos están ahí… Entonces yo misma, cuando me detecto algún micromachismo, me digo: ¡Yoli! Pero yo trato de educarlos en igualdad, en igualdad de oportunidades, a los dos lo mismo… igualdad en respeto del uno hacia al otro, por ser de distinto género, siempre les recalco el respeto. Y luego están las tareas de la casa, en eso yo siempre les digo “la casa es el barco, y aquí estamos los cuatro remando. Y si tú remas para allí, el barco no se mueve. Así que vamos a remar todos en la misma dirección”.
Así que lo intento, intento que todos, los niños, mi marido, estemos en ese barco remando todos a la vez. Y que no haya tareas de chicas, de la niña, de las mujeres, y tareas de hombres. Pero ya te digo, que los micromachismos a veces se me escapan a mí también, y me encuentro a mí misma diciéndole a mi niña: Sofi, por qué no quitas el lavavajillas, y el hermano sentado. Y ya cuando me doy cuenta digo: oh, oh, esto no.
Mi marido no es gitano. Y no tuve ningún problema para casarme con él, porque él y yo nos conocemos desde que éramos chicos. Para mí ha sido mi primer novio. Yo lo conocí a él cuando yo tenía dieciocho años. Y empezamos a salir y ahora tengo cuarenta y cinco ya. Nos hemos criado y hemos crecido juntos, él en mi familia y yo en la suya… Yo para los padres de mi marido soy una hija más. Y él en mi casa también es un hijo más.
Si pienso en cómo ayudar a esas niñas gitanas que dejan los estudios tan pronto, claro que veo maneras de ayudarlas… claro que hay formas, lo que pasa es que hay que querer hacerlo. Cuando tú estás en una delegación, que tienes disponible un presupuesto, tú tienes que querer cambiar la situación y para ello hay que poner presupuesto.
Porque para fomentar que esas niñas que han dejado los estudios vuelvan otra vez a estudiar, no solo hay que invertir en educación, que también hay que hacerlo, sino que hay que invertir también en otro tipo de políticas transversales que motiven a esas niñas, que cubran esos factores que han hecho que abandonen la escolarización en edades tan tempranas… Entonces hay que tener una visión política global de esa persona, para poder hacer esa inversión y poder realmente transformar.
A mí me encanta… la fundación tenía una frase que era Gitanos con estudios, gitanos con futuro. Y entonces yo, mira, se me ponen los vellos de punta… es Gitanas con estudios, gitanas con futuro. Yo pienso que hoy en día, sobre todo las mujeres gitanas, tenemos que seguir, y las que están empezando tienen que estudiar, lo que les guste, pero estudiar, porque así tienen más opciones para elegir.
Es algo que les digo a mis niños, y es lo más acertado. Hoy en día, si no tienes estudios, no puedes elegir, tienes que coger lo primero que se te presente. Sin embargo, al tener estudios, tienes la posibilidad de elegir. Y no hay cosa más bonita que trabajar en lo que tú quieres. Y puedes elegir. La capacidad de elegir te la dan los estudios.
Hay que seguir motivando, y apostando porque se invierta mucho en educación, se invierta mucho en igualdad para la promoción de la mujer , sobre todo de la mujer gitana.
«Hay que seguir motivando, y apostando porque se invierta mucho en educación, se invierta mucho en igualdad
para la promoción
de la mujer, sobre todo
de la mujer gitana»
YolandaFlorido Maldonado
Concejala Rincón de la Victoria
Nací en Málaga. Soy la mayor de dos hermanos, luego tengo otra hermana más por parte de padre. Pero en mi núcleo familiar éramos dos. Nos llevamos 3 años.
Mi madre es de Málaga, de la Plazuela Santa María, y mi padre de la Cruz Verde. Mi madre gitana, mi padre no. Tras casarse, me tuvieron a mí, que soy la mayor, y luego a mi hermano. Mientras mi hermano es moreno, pelo negro y ojos oscuros, yo nací con ojos azules, que mi madre dice que me vienen por dos vías: la de mi padre, y la de mi abuelo materno, mi abuelo José, que también tenía los ojos claros.
Mis padres al principio vivieron en la Cruz Verde, en la calle Los Negros. Luego se mudaron al Monte Pavero, y más tarde nos fuimos a Miraflores.
Yo recuerdo que, estando en el Monte Pavero, mi madre me llevaba ya a una escuela infantil. Mi abuela-tía Lola me cuenta que yo nunca quería ir al colegio, y que ella me decía que tenía que ir para aprender a leer y a escribir. En Miraflores me llevaron a la escuela Pinocho, y allí aprendí yo a leer y me dieron mi primer diploma, que lo tengo todavía. Mi madre dice que me emocioné mucho, y que yo de chiquitita aprendí a leer muy rápido. Y que luego, en el colegio, la primaria me la saqué del tirón, al igual que el instituto, y luego mi carrera: pedagogía.
Yo tenía esa inquietud de poder transmitir, poder enseñar, y estuve dudando entre magisterio de infantil, de primaria o pedagogía, porque pensé que con esta última tendría más oportunidades, al ser una carrera más nueva. Y la hice del 96 al 2000, saqué hasta una matrícula de honor… Me gusta mucho aprender y estudiar. Yo no paro de estudiar, soy autodidacta, me encanta leer. Y ahora me estoy planteando estudiar Trabajo Social o Educación Social. Son dos carreras que me atraen mucho, porque a mí me encanta trabajar con la gente.
Yo tengo las 24 horas del día ocupadas, pero si quiero puedo sacar ese tiempo. Porque estudiar no me pesa. Cojo un libro, y me gusta por lo que veo. Afortunadamente yo hago cosas que me gustan, me encanta mi trabajo, en la Concejalía he disfrutado mucho, y ahora estando en la oposición también disfruto. Me siento muy afortunada por poder vivir como quiero.
Mi hija tiene 18 años, está estudiando Historia del Arte en la Universidad… Y mi hijo tiene 15, termina 4º de la ESO y empieza bachillerato.
Durante mi etapa de formación no sentí discriminación por el hecho de ser gitana. Quizá porque no parecía una gitana, aunque mi madre siempre me dice, y mi marido también lo dice mucho, que la forma de mi cara es muy gitana. Pero bueno, eso yo creo que es un estereotipo que tenemos montado. Las personas somos todas iguales y da igual, no hay que llevar un carnet que diga si soy o no gitana… Ni todas las gitanas somos iguales…
Yo he crecido en un ambiente muy natural, sin nada especial a recalcar en cuanto a discriminación por el hecho de ser gitana. Por el hecho de ser mujer, sí.
En mi colegio había de todo: gitanos y no gitanos. Yo estoy super orgullosa de ser gitana y de ser mujer. Y además de ser feminista. Y socialista, y muchos ista (ríe).
Yo me siento muy orgullosa de lo que hago, y ¿sabes por qué? Porque pienso que lo poquito que yo haga, es como una gotita en un mar. Y voy generando ondas, onditas, que transforman. Entonces yo pienso que cada paso que yo pueda dar para visibilizar a la mujer gitana, es un paso más que se da en la promoción de la mujer gitana.
Me interesa que nos vean como somos. Que no somos como aparecemos muchas veces en los medios. Es cierto que yo veo los Gipsy Kings y a mí se me ponen los vellos así… el brilli-brilli me encanta… porque hay muchas cosas que comparto, pero hay otras cosas que veo y pienso: no, así no, así no somos todos, así no somos todas las gitanas. Y entonces me digo: una gotita, y voy generando ondas y lo que pueda ir cambiando, bienvenido sea.
En mi asociación, Prodiversa (Progreso y Diversidad), tenemos un área específica que trabaja la promoción de la mujer. Trabajamos con mujeres víctimas de la violencia de género, nosotras atendemos a toda la población…
También he estado trabajando en otras fundaciones, como Secretariado Gitano. Solicité un puesto en la fundación, pasé la entrevista y estuve trabajando un año, haciendo el programa de empleo en La Corta, una barriada de aquí de Málaga. En otro momento estuve también llevando un programa específico de salud, en La Palmilla. He tenido muchas oportunidades de ayudar, y a nivel personal también veo que tengo oportunidades de apoyar a las mujeres.
En la Concejalía, yo he llevado, y ha sido la primera vez, la bandera gitana al salón de plenos de El Rincón de la Victoria. Y he llevado también el Gelem Gelem, el himno del pueblo gitano. Y eso es un empuje también a las mujeres gitanas. Porque yo pienso que lo que no se ve, no existe. Entonces, si tú visibilizas, eso da un impulso a todas las mujeres y a todos los hombres de la población gitana. Pero sobre todo a la mujer, con la existencia de todos esos estereotipos…
Y es que todo depende de caer en una familia que apueste por la igualdad. Una familia que quiera que no te estanques y que apueste por ti, está claro. Yo, en mi caso, mi madre y mi padre… todo lo que tenían era para nosotros.
Aunque (ríe), no nos han educado igual a mi hermano y a mí. No, no, no. Porque… bueno, son esos micromachismos… que ya cuando te pones las gafas violeta dices, uff, no veas… Está claro que no nos han educado igual.
Con mis hijos yo lo intento, el educar en igualdad, pero todavía a veces tengo… A ver, yo me he criado en una sociedad patriarcal, estamos todos rodeados de machismo, y los micromachismos están ahí… Entonces yo misma, cuando me detecto algún micromachismo, me digo: ¡Yoli! Pero yo trato de educarlos en igualdad, en igualdad de oportunidades, a los dos lo mismo… igualdad en respeto del uno hacia al otro, por ser de distinto género, siempre les recalco el respeto. Y luego están las tareas de la casa, en eso yo siempre les digo “la casa es el barco, y aquí estamos los cuatro remando. Y si tú remas para allí, el barco no se mueve. Así que vamos a remar todos en la misma dirección”.
Así que lo intento, intento que todos, los niños, mi marido, estemos en ese barco remando todos a la vez. Y que no haya tareas de chicas, de la niña, de las mujeres, y tareas de hombres. Pero ya te digo, que los micromachismos a veces se me escapan a mí también, y me encuentro a mí misma diciéndole a mi niña: Sofi, por qué no quitas el lavavajillas, y el hermano sentado. Y ya cuando me doy cuenta digo: oh, oh, esto no.
Mi marido no es gitano. Y no tuve ningún problema para casarme con él, porque él y yo nos conocemos desde que éramos chicos. Para mí ha sido mi primer novio. Yo lo conocí a él cuando yo tenía dieciocho años. Y empezamos a salir y ahora tengo cuarenta y cinco ya. Nos hemos criado y hemos crecido juntos, él en mi familia y yo en la suya… Yo para los padres de mi marido soy una hija más. Y él en mi casa también es un hijo más.
Si pienso en cómo ayudar a esas niñas gitanas que dejan los estudios tan pronto, claro que veo maneras de ayudarlas… claro que hay formas, lo que pasa es que hay que querer hacerlo. Cuando tú estás en una delegación, que tienes disponible un presupuesto, tú tienes que querer cambiar la situación y para ello hay que poner presupuesto.
Porque para fomentar que esas niñas que han dejado los estudios vuelvan otra vez a estudiar, no solo hay que invertir en educación, que también hay que hacerlo, sino que hay que invertir también en otro tipo de políticas transversales que motiven a esas niñas, que cubran esos factores que han hecho que abandonen la escolarización en edades tan tempranas… Entonces hay que tener una visión política global de esa persona, para poder hacer esa inversión y poder realmente transformar.
A mí me encanta… la fundación tenía una frase que era Gitanos con estudios, gitanos con futuro. Y entonces yo, mira, se me ponen los vellos de punta… es Gitanas con estudios, gitanas con futuro. Yo pienso que hoy en día, sobre todo las mujeres gitanas, tenemos que seguir, y las que están empezando tienen que estudiar, lo que les guste, pero estudiar, porque así tienen más opciones para elegir.
Es algo que les digo a mis niños, y es lo más acertado. Hoy en día, si no tienes estudios, no puedes elegir, tienes que coger lo primero que se te presente. Sin embargo, al tener estudios, tienes la posibilidad de elegir. Y no hay cosa más bonita que trabajar en lo que tú quieres. Y puedes elegir. La capacidad de elegir te la dan los estudios.
Hay que seguir motivando, y apostando porque se invierta mucho en educación, se invierta mucho en igualdad para la promoción de la mujer , sobre todo de la mujer gitana.
«Hay que seguir motivando, y apostando porque se invierta mucho en educación, se invierta mucho en igualdad para la promoción
de la mujer, sobre todo de la mujer gitana»