Tamara
Soto

Emprendedora social

Tami, como la conocen los suyos, es una mujer luchadora con una fuerte motivación social. Criada en una familia de cuatro hermanos cuyos padres vivían de la venta ambulante, actualmente vive en Fuengirola y trabaja entre esa localidad y la vecina Mijas. Tamara es madre de tres hijas, “mis tres princesas”, como a ella le gusta llamarlas.

En su momento cursó hasta la EGB, pero se echó novio y dejó los estudios para casarse. Y como se quedó con las ganas de seguir estudiando, tras tener a sus dos primeras hijas, Tami se sacó el acceso a la Universidad para mayores de 25 años y creó su Asociación Nueva Cultura del Desarrollo.

El objetivo de su asociación es ayudar a aquellas mujeres que quieren conseguir metas más allá de cuidar a sus familias, además de luchar contra el absentismo escolar, trabajando con los niños por un lado, y con sus familias por otro. “Con el apoyo de una psicóloga, una trabajadora social, una educadora social y yo como integradora social, hemos trabajado la conducta de muchos chavales y chavalas a través de la música, el teatro, el flamenco…”

En 2020, con la llegada de la pandemia, la asociación tomó un nuevo rumbo, pues las prioridades cambiaron radicalmente: se dedicaron a ayudar a todas las mujeres que se quedaron sin trabajo, tanto ellas como sus maridos, haciéndoles llegar alimentos que proporcionaba Bancosol, el banco de alimentos de la Costa del Sol. Actualmente siguen ayudando a 180 familias en riesgo de exclusión social, gitanas y no gitanas, de la zona de Mijas y Fuengirola.

Su familia

Criada en una familia de cuatro hermanos cuyos padres vivían de la venta ambulante en mercadillos, Tami tiene tres hijas, “mis tres princesas” como ella las llama. La mayor está ya independizada y con una hija, “ya soy abuela”, apostilla Tami con orgullo; la segunda tiene 18 años, estudió auxiliar de enfermería y ahora está preparando su primer curso de Técnico Superior de Dietética para acceder luego a la carrera. Y la pequeña, de 13 años y en plena adolescencia, está cursando la ESO.

Su formación

Tamara en su día cursó hasta la EGB de aquel momento, pero en cuanto se echó un novio, como les pasa a muchas chicas gitanas, dejó los estudios y se casó. Aunque, nos aclara ella, siempre se quedó con las ganas de seguir estudiando… Así que tras tener a sus sus dos primeras hijas, en el embarazo de la tercera decidió volver a estudiar. Se sacó el acceso a la Universidad para mayores de 25 años y en 2011, mientras estudiaba, creó su Asociación.

Estos han sido y siguen siendo sus dos grandes intereses: seguir estudiando y formándose, y ayudar a las mujeres que más lo necesitan. Y entre esas dos actividades y criar a sus hijas se le han pasado los últimos años.

En el terreno académico, Tamara consiguió su título de Técnico Superior de Integración Social y luego realizó también el curso de Técnico Auxiliar de Enfermería. Y como no quiere dejar nunca de prepararse, sigue realizando cursos que complementan su formación. En estos momentos se encuentra preparando próximos exámenes que le permitirán trabajar como técnico de integración en los hospitales.

Asociación Nueva Cultura del Desarrollo

Tamara creó esta asociación para apoyar a la mujer gitana y ayudarla a conseguir los mismos derechos que tienen el resto de las mujeres, pero al mismo tiempo conservando su cultura y sus costumbres. Todo un reto dentro la lucha por la igualdad de las mujeres de la sociedad en general.

“Mi asociación se llamó, cuando la creamos, Nueva Cultura del Desarrollo Gitano. Sin embargo, a medida que desarrollábamos proyectos, íbamos comprobando que este nombre limitaba más que ayudar, pues muchas mujeres no gitanas pero con necesidades muy similares a las de las mujeres gitanas, pensaban que esto no era para ellas. Por eso finalmente dejamos el nombre de la asociación como Nueva Cultura del Desarrollo, para que se percibiera que podíamos ayudar a todas, mujeres gitanas y no gitanas. Porque yo soy gitana, pero mis proyectos no se centran solo en mujeres gitanas”.

En aquellos primeros años organizaron cursos y desarrollaron proyectos muy diversos, orientados a ayudar a aquellas mujeres que querían salir de sus casas y tener objetivos y metas más allá de cuidar a sus familias.

Como comenta Tami, “se trataba de preparar a esas mujeres que, aunque quieren hacer algo, no saben plantearse objetivos, ni interiorizar lo que quieren hacer ni focalizarse en algo en concreto. Nosotras conseguíamos que llegaran a exteriorizar sus gustos, descubrir su vocación, definir lo que quieren llegar a ser, para así ayudarlas a conseguirlo”.

También desde su asociación Nueva Cultura del Desarrollo han luchado contra el absentismo escolar, trabajando con los niños, por un lado, y con sus familias por otro.

“Con el apoyo de una psicóloga, una trabajadora social, una educadora social, y yo como integradora social, hemos trabajado la conducta de muchos chavales y chavalas a través de la música, el teatro, flamenco…” Tamara recuerda con especial cariño un taller de cajón flamenco con chicos y chicas jóvenes, que fue precioso. “Paralelamente trabajábamos con los padres, padre y madre. Y charlas colectivas con todos, padres y niños”.

Por otro lado, en 2018 desarrollaron de forma conjunta, con otras tres asociaciones de Málaga, un proyecto con la Junta de Andalucía a través del cual trabajaron durante tres meses con 80 mujeres, gitanas y no gitanas.

En el 2020, con la llegada de la pandemia, la asociación cambió de rumbo, pues las prioridades eran otras: “Nuestra asociación tuvo que dedicarse a ayudar a todas las mujeres que se quedaron sin trabajo, tanto ellas como sus maridos, haciéndoles llegar alimentos que proporcionaba Bancosol, el banco de alimentos de la Costa del Sol”. Desde entonces y hasta el día de hoy, desde su asociación siguen ayudando a 180 familias en riesgo de exclusión social, gitanas y no gitanas, de la zona de Mijas y Fuengirola”.

En la actualidad, nos comenta esta mujer emprendedora y con esa enorme vocación social, ya empiezan a retomar, desde su asociación, los proyectos que tenían antes de la pandemia. “Porque hay muchas mujeres que no saben dónde acudir, ni quién puede apoyarlas para hacer algo fuera de su casa… Y ahí estamos nosotros”.

Sus planes de futuro

Actualmente Tami se está preparando para alcanzar una mejor puntuación de cara a posicionarse en lo que ahora trabaja haciendo sustituciones, y que le encanta: su labor en los colegios de la Junta de Andalucía con niños de Educación Especial. “Trabajo en el aula específica, un trabajo precioso, gratificante, que me motiva… Es el trabajo más bonito que existe”.

“Me gusta mi asociación, me gusta ayudar a las personas… Actualmente me centro más en mi día a día, en lo que estoy haciendo ahora, focalizada en ayudar a las personas y a las familias en riesgo de exclusión con los alimentos de Bancosol, gracias a programas de la Unión Europea, y al mismo tiempo me sigo preparando para lograr una mayor estabilidad laboral”.

De lo que se siente más orgullosa Tamara es de haber sido madre de sus tres niñas, y de haber ayudado a mujeres a salir de situaciones muy complicadas. Ayudar a mujeres que saben que, si salen de su casa, no van a tener nada, es lo que más le motiva a seguir. “A veces, a fuerza de pedir favores para estas mujeres, les ayudo a salir adelante”.

Tamara-web

Tamara, vibrante, inquieta, llena de energía conectada con el mar y el viento susurrante de secretos y sabiduría de su cultura.

Gladys Farias
Fotógrafa Colectivo FAMA

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Tamara Soto

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Emprendedora social

Tami, como la conocen los suyos, es una mujer luchadora con una fuerte motivación social. Criada en una familia de cuatro hermanos cuyos padres vivían de la venta ambulante, actualmente vive en Fuengirola y trabaja entre esa localidad y la vecina Mijas. Tamara es madre de tres hijas, “mis tres princesas”, como a ella le gusta llamarlas.

En su momento cursó hasta la EGB, pero se echó novio y dejó los estudios para casarse. Y como se quedó con las ganas de seguir estudiando, tras tener a sus dos primeras hijas, Tami se sacó el acceso a la Universidad para mayores de 25 años y creó su Asociación Nueva Cultura del Desarrollo.

El objetivo de su asociación es ayudar a aquellas mujeres que quieren conseguir metas más allá de cuidar a sus familias, además de luchar contra el absentismo escolar, trabajando con los niños por un lado, y con sus familias por otro. “Con el apoyo de una psicóloga, una trabajadora social, una educadora social y yo como integradora social, hemos trabajado la conducta de muchos chavales y chavalas a través de la música, el teatro, el flamenco…”

En 2020, con la llegada de la pandemia, la asociación tomó un nuevo rumbo, pues las prioridades cambiaron radicalmente: se dedicaron a ayudar a todas las mujeres que se quedaron sin trabajo, tanto ellas como sus maridos, haciéndoles llegar alimentos que proporcionaba Bancosol, el banco de alimentos de la Costa del Sol. Actualmente siguen ayudando a 180 familias en riesgo de exclusión social, gitanas y no gitanas, de la zona de Mijas y Fuengirola.

Su familia

Criada en una familia de cuatro hermanos cuyos padres vivían de la venta ambulante en mercadillos, Tami tiene tres hijas, “mis tres princesas” como ella las llama. La mayor está ya independizada y con una hija, “ya soy abuela”, apostilla Tami con orgullo; la segunda tiene 18 años, estudió auxiliar de enfermería y ahora está preparando su primer curso de Técnico Superior de Dietética para acceder luego a la carrera. Y la pequeña, de 13 años y en plena adolescencia, está cursando la ESO.

Su formación

Tamara en su día cursó hasta la EGB de aquel momento, pero en cuanto se echó un novio, como les pasa a muchas chicas gitanas, dejó los estudios y se casó. Aunque, nos aclara ella, siempre se quedó con las ganas de seguir estudiando… Así que tras tener a sus sus dos primeras hijas, en el embarazo de la tercera decidió volver a estudiar. Se sacó el acceso a la Universidad para mayores de 25 años y en 2011, mientras estudiaba, creó su Asociación.

Estos han sido y siguen siendo sus dos grandes intereses: seguir estudiando y formándose, y ayudar a las mujeres que más lo necesitan. Y entre esas dos actividades y criar a sus hijas se le han pasado los últimos años.

En el terreno académico, Tamara consiguió su título de Técnico Superior de Integración Social y luego realizó también el curso de Técnico Auxiliar de Enfermería. Y como no quiere dejar nunca de prepararse, sigue realizando cursos que complementan su formación. En estos momentos se encuentra preparando próximos exámenes que le permitirán trabajar como técnico de integración en los hospitales.

Asociación Nueva Cultura del Desarrollo

Tamara creó esta asociación para apoyar a la mujer gitana y ayudarla a conseguir los mismos derechos que tienen el resto de las mujeres, pero al mismo tiempo conservando su cultura y sus costumbres. Todo un reto dentro la lucha por la igualdad de las mujeres de la sociedad en general.

“Mi asociación se llamó, cuando la creamos, Nueva Cultura del Desarrollo Gitano. Sin embargo, a medida que desarrollábamos proyectos, íbamos comprobando que este nombre limitaba más que ayudar, pues muchas mujeres no gitanas pero con necesidades muy similares a las de las mujeres gitanas, pensaban que esto no era para ellas. Por eso finalmente dejamos el nombre de la asociación como Nueva Cultura del Desarrollo, para que se percibiera que podíamos ayudar a todas, mujeres gitanas y no gitanas. Porque yo soy gitana, pero mis proyectos no se centran solo en mujeres gitanas”.

En aquellos primeros años organizaron cursos y desarrollaron proyectos muy diversos, orientados a ayudar a aquellas mujeres que querían salir de sus casas y tener objetivos y metas más allá de cuidar a sus familias.

Como comenta Tami, “se trataba de preparar a esas mujeres que, aunque quieren hacer algo, no saben plantearse objetivos, ni interiorizar lo que quieren hacer ni focalizarse en algo en concreto. Nosotras conseguíamos que llegaran a exteriorizar sus gustos, descubrir su vocación, definir lo que quieren llegar a ser, para así ayudarlas a conseguirlo”.

También desde su asociación Nueva Cultura del Desarrollo han luchado contra el absentismo escolar, trabajando con los niños, por un lado, y con sus familias por otro.

“Con el apoyo de una psicóloga, una trabajadora social, una educadora social, y yo como integradora social, hemos trabajado la conducta de muchos chavales y chavalas a través de la música, el teatro, flamenco…” Tamara recuerda con especial cariño un taller de cajón flamenco con chicos y chicas jóvenes, que fue precioso. “Paralelamente trabajábamos con los padres, padre y madre. Y charlas colectivas con todos, padres y niños”.

Por otro lado, en 2018 desarrollaron de forma conjunta, con otras tres asociaciones de Málaga, un proyecto con la Junta de Andalucía a través del cual trabajaron durante tres meses con 80 mujeres, gitanas y no gitanas.

En el 2020, con la llegada de la pandemia, la asociación cambió de rumbo, pues las prioridades eran otras: “Nuestra asociación tuvo que dedicarse a ayudar a todas las mujeres que se quedaron sin trabajo, tanto ellas como sus maridos, haciéndoles llegar alimentos que proporcionaba Bancosol, el banco de alimentos de la Costa del Sol”. Desde entonces y hasta el día de hoy, desde su asociación siguen ayudando a 180 familias en riesgo de exclusión social, gitanas y no gitanas, de la zona de Mijas y Fuengirola”.

En la actualidad, nos comenta esta mujer emprendedora y con esa enorme vocación social, ya empiezan a retomar, desde su asociación, los proyectos que tenían antes de la pandemia. “Porque hay muchas mujeres que no saben dónde acudir, ni quién puede apoyarlas para hacer algo fuera de su casa… Y ahí estamos nosotros”.

Sus planes de futuro

Actualmente Tami se está preparando para alcanzar una mejor puntuación de cara a posicionarse en lo que ahora trabaja haciendo sustituciones, y que le encanta: su labor en los colegios de la Junta de Andalucía con niños de Educación Especial. “Trabajo en el aula específica, un trabajo precioso, gratificante, que me motiva… Es el trabajo más bonito que existe”.

“Me gusta mi asociación, me gusta ayudar a las personas… Actualmente me centro más en mi día a día, en lo que estoy haciendo ahora, focalizada en ayudar a las personas y a las familias en riesgo de exclusión con los alimentos de Bancosol, gracias a programas de la Unión Europea, y al mismo tiempo me sigo preparando para lograr una mayor estabilidad laboral”.

De lo que se siente más orgullosa Tamara es de haber sido madre de sus tres niñas, y de haber ayudado a mujeres a salir de situaciones muy complicadas. Ayudar a mujeres que saben que, si salen de su casa, no van a tener nada, es lo que más le motiva a seguir. “A veces, a fuerza de pedir favores para estas mujeres, les ayudo a salir adelante”.

Tamara, vibrante, inquieta, llena de energía conectada con el mar y el viento susurrante de secretos y sabiduría de su cultura.

Gladys Farias
Fotógrafa Colectivo FAMA

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