Vanesa
La India

Bailaora profesional

Nacida en Málaga hace 47 años en una familia de artistas, esta mujer gitana se crió con una madre bailaora y un padre director de cuadro artístico. “Yo en mi casa siempre he escuchado flamenco, venían guitarristas, bailaoras, cantaores… Todo eso al final se absorbe, ya lo tenía dentro de mí”.

Aunque de pequeña no quería ser bailaora sino bailarina de ballet, a los 14 años Vanesa le dijo a su padre: “Yo quiero ser bailaora”. Y su padre se echó a reír: “Anda, niña, si tú no sabes bailar”.

“Y como soy tan cabezota -cuenta Vanessa-, empecé a ir todos los días a la academia de mi madre, monté mi propio espectáculo y con 15 años y estaba representando a España en el Primer Festival de Gitanos de Alemania, con Espectáculos Mundo”.

Hoy Vanesa La India es una bailaora profesional de éxito, tiene 3 hijos y sigue bailando, la mayoría de las veces con su marido. Recientemente ha presentado un espectáculo propio en la Bienal de Arte Flamenco de Málaga.

A Vanesa la llaman “la India” porque desde que su marido la conoció y debido a ella llevaba dos trenzas negras muy largas, él siempre le decía “pareces una india”, y de tanto decírselo ya la gente empezó a llamarla India. Y finalmente se quedó como parte de su nombre artístico.

Su familia

Vanesa nació en Málaga hace 47 años. Su familia es toda de Málaga, gitanos y casi todos artistas: su padre es primo hermano de La Cañeta, del Tiriri, del Cojo de Málaga y de muchísimos artistas de Málaga. La hermana de su padre era La Pollito de Málaga, que ha sido también muy conocida.

“Yo me crié muy bien, con mis padres que eran los dos artistas; ellos siempre me apartaron de los barrios marginales, vivíamos en La Cruz de Humilladero, tenía diez amigas y las diez eran payas; la única gitana era yo. Y así me he criado, relacionándome con todo el mundo, no me he apartado ni he vivido solo entre gitanos. Y así crío también yo a mis hijos”.

La madre de Vanesa es bailaora, su padre bailaor, y tiene un hermano solamente, que no tiene nada que ver con el flamenco. “Mi madre es Luci Montes, profesora del 98% de los artistas de Málaga, y ha dado clase a Rocío Molina, a Sergio Aranda, a Moisés Navarro… Y mi padre era director de cuadro artístico, tenía su compañía, y todos los artistas de Málaga han trabajado con él”.

Vanesa estudió de pequeña la EGB, y luego en el instituto se sacó hasta 2º de administrativo-contable y dejó de estudiar cuando era ya auxiliar administrativa, para dedicarse a bailar. Empezó a viajar mucho y no podía seguir estudiando.

Cuando se casó con su marido se fueron a vivir a Marbella donde han permanecido 18 años, y ahora llevan 7 años en Fuengirola “porque yo quería venirme más cerquita de mi familia”.

Se casaron teniendo ella 21 años y tienen tres hijos: dos varones y la pequeña, de 12 años, que más que bailar lo que quiere es cantar. “Canta estupendamente, pero no por flamenco. A ella le gusta más investigar estilos, lo mismo canta una letra flamenca como de repente se pone a cantar blues, jazz… Ella quiere mezclar, investigar, ir probando. Lo mismo te canta una alabanza que canta por flamenco o música moderna. Tiene muchos vídeos en YouTube, se llama Estrella Moreno".

De sus dos hijos, el mayor tiene 27 años, está trabajando, vive en Málaga y tiene su familia. “Tengo tres nietos”, cuenta Vanesa con orgullo; y el mediano va a cumplir 20 años y se quiere casar ya, “es muy gitano y lleva mucho tiempo con la novia, así que a lo mejor este verano lo casamos. Vive con nosotros todavía”.

Sus inicios en el baile

De sus inicios nos cuenta Vanesa que, como su madre siempre ha sido profesora de baile, la gente pensaba que ella iba a ser bailaora y que aprendería con su madre. "Pero yo no quería ser bailaora, que va, sino bailarina, soñaba con ser bailarina de ballet”. 

El caso es que su madre montaba cada año un espectáculo para un concurso anual que había en Málaga que se llamaba “Parque Mediterráneo”, en el que había baile regional, baile clásico, flamenco… Y con los alumnos de su academia, su madre montaba bailes y los presentaba al concurso. De hecho ganó siete u ocho años seguidos el primer premio, nos cuenta La India.

“Y cada año, cuando llegaba la época de celebrarse el concurso, yo empezaba a llorar, que yo quería bailar. Y mi madre me decía: -pero si yo llevo preparando este espectáculo un año, y tú quieres bailar el último mes…-. Al final, en un mes yo me aprendía lo que se aprendían sus alumnas en un año, y bailaba en el concurso. Pero cuando se acababa, otra vez volvía a mi mundo y ya no quería bailar… Pero todo eso al final se absorbe, está en tu mente… Yo en mi casa lo que he escuchado siempre ha sido flamenco, a mi casa han venido guitarristas, bailaoras, cantaores… Entonces eso yo ya lo tenía dentro de mí”. 

Y cuando tenía 14 años, Vanesa le dijo a su padre: “Yo quiero ser bailaora”. Y su padre le contestó entre risas: “Anda, niña, si tú no sabes bailar”. Pero ella estaba emperrada con la idea, y siguió pidiéndole a su padre que le dejara, y que le llevara a sus espectáculos. “Y como soy muy cabezota, me acabó llevando”. El primer día que la llevó, Vanesa se cayó, rompió el traje y formó “lo más grande”. Su padre “le pregonó”, y le dijo “tú estás loca, tú no sabes bailar, y mira la vergüenza que he pasado por ti…”.

Y ella, como es muy orgullosa, le dijo a su padre: “Pues ¿sabes lo que te digo? Que voy a ser más artista que tú y que mamá”. Y empezó a ir todos los días a la academia de su madre, y luego ya sin su madre… cogía las llaves de la academia y se bajaba ella sola, y ella sola montó su primer espectáculo. Les propuso a algunas alumnas de su madre que trabajaran con ella, aceptaron, se presentó en Espectáculos Mundo y les dijo “Soy la niña del Mariano y de la Luci, y yo tengo un espectáculo también y quiero que me llevéis”. Ellos fueron a verla, y con 15 años estaba ya representando a España en el Primer Festival de Gitanos de Alemania, con Espectáculos Mundo.

Y a partir de ahí se dedicó por entero al baile. Durante varios años, su marido y ella han viajado con cuadros flamencos por todo el mundo, han estado de diferentes giras, en Turquía, en Marruecos, en Alemania, Francia y otros sitios de Europa. Vivieron un año en Canadá con otros artistas gitanos, guitarristas, cantaores, bailaores… “No teníamos hijos todavía, y fue una experiencia muy buena. Se aprende mucho, al principio no sabíamos inglés, pero de estar en Toronto tuvimos que aprender sí o sí para poder vivir allí”. 

“Mis padres al principio no me dejaban irme a Canadá, y  yo a mi hija tampoco la dejaría… Eso sí, mi padre fue antes que yo a Canadá, estuvo allí 6 meses, y ya cuando conocía todo aquello y había estado trabajando allí, yo fui y él se volvió. Pero él me abrió el camino, no me hubiera dejado ir sin él conocer todo aquello…”.

Su profesión de bailaora, hoy

Actualmente Vanesa La India se gana la vida bailando, y como su marido es guitarrista, casi el 50% de las veces que ella sale a bailar a un escenario, lo comparte con su marido.

En estos días está preparando un espectáculo que le han concedido en la Bienal, y que estrenan el 13 de mayo en el teatro de Vélez Málaga. El espectáculo se llama Tacón Gitano, y ella es primera bailarina. El espectáculo está diseñado para dos bailaoras; una chica joven, de veintitantos años, y Vanesa que tiene cerca de cincuenta. “Es como dos tiempos del flamenco, dos formas diferentes de enfocar el baile, aunque las dos somos muy flamencas: flamenco anejo y flamenco más actual”. 

El hecho de ser gitana, ¿le ha supuesto a Vanesa alguna ventaja o al contrario?

“En mi mundo se valora el ser gitana, porque realmente el flamenco es de los gitanos”. Aunque hoy en día el flamenco es patrimonio de la humanidad, y se está abriendo a muchos otros ámbitos, las raíces originales del flamenco son de los gitanos”.

Ella nunca ha tenido problema de rechazo por ser gitana, sino más bien lo contrario, pero sí que es verdad que actualmente tiene más problemas que antes, nos cuenta, “porque ahora el flamenco se está abriendo tanto que para trabajar en algún lado cogen primero a un payo que a un gitano. Y eso lo estamos notando mucho los gitanos”. Por ejemplo, nos comenta que cuando hay un festival, en vez de llamar a un gitano llaman a Miguel Poveda, que no lo es. O a Sara Varas en vez de llamar a una bailaora gitana…

“Ellos saben moverse, por el tema de que han estudiado más, saben relacionarse mejor, tienen mejor forma de expresarse, y quieras o no quieras se les abren más puertas que a nosotros… Por eso nosotros necesitamos estudiar, y mi hija va a estudiar, y luego que haga lo que quiera”. Una vez que termine el instituto, si ella quiere hacerse una carrera como artista, que decida libremente”.

Vanesa se queja de la discriminación que aún hoy existe en la sociedad. “Nosotros los gitanos no somos ni más buenos ni más malos. Lo que pasa es que lo hemos tenido más difícil. Hoy en día queda todavía mucho racismo: vamos andando por la calle y se nos nota que somos gitanos, por nuestras maneras… Entras en un supermercado y van detrás de ti pensando que vas a robar porque eres gitano… Todavía existe mucho racismo. Y eso hace que lo tengamos todo más difícil”.

Recuerda Vanesa las historias que le cuenta su abuela, los sucesos que les ocurrían a sus abuelos cuanto todo era para ellos mucho más difícil. "Los gitanos estábamos totalmente rechazados, perseguidos, nos querían viviendo aparte, en los colegios no querían sentarse con los niños gitanos, los tenían en una mesa aparte… Hoy en día, afortunadamente, hay muchos payos que nos apoyan y las mentes son más abiertas. Pero todavía sucede…”.

Su día a día

Casi todos los días trabaja, y para ella trabajar es bailar. Y el día que no baila, da clases en una academia de Málaga, aunque siempre prefiere bailar a dar clases. Pero todo ayuda, nos dice.

No tiene representante, se mueve ella sola. Vanesa explica que antes, al haber más trabajo, sí que era preciso tener un representante. "Y se ganaba tres veces más de lo que se gana ahora”, apostilla. “Hoy en día salen muy pocas galas buenas, que paguen bien, y cuando salen yo llamo a mi asesoría y son ellos los que me llevan el tema del papeleo, las altas en la seguridad social, etc. Pero actualmente mi profesión no da para tener un asesor personal”.

"Mi día a día de trabajo es más en los tablaos de Málaga, en el Gallo Ronco, en la Peña Juan Breva y sitios así, con mi marido y alguien más, y luego ya si nos salen espectáculos pues ya formamos el cuadro grande: ahí yo hago de artista pero también de empresaria, gestionar las llamadas, definir el caché, montar el espectáculo…”.

Sus valores como mujer gitana

“Para nosotros la familia es muy importante. El amor por la familia, y el respeto a los ancianos, porque ellos han vivido lo que nosotros no. Y ellos lo que pretenden es siempre algo bueno para nosotros.

Si tú no amas a tu familia, ¿cómo vas a amar a una amiga o a tu pareja? Tiene que haber, antes de nada, un amor por la familia. Para mí es lo más importante. Así me lo han inculcado mis padres y yo se lo inculco a mis hijos. Que mi familia siempre esté bien, que se lleven bien, que no haya malos rollos. Es para mí más importante que mi trabajo, que el flamenco y que nada… Yo también soy evangélica, voy mucho a la iglesia, al culto, y se trabaja mucho el amor, el respeto, la unidad…

Estoy feliz con mi persona, todo lo que he hecho he intentado hacerlo bien, mis valores son buenos… 

De qué se siente más orgullosa Vanesa

“Orgullosa de mis hijos, haber tenido a mis hijos no lo cambio por nada. Y no estoy especialmente orgullosa de bailar flamenco. A mí el flamenco, la verdad, lo tengo como una forma de vida; pero no son ganas de ser famosa ni nada de eso. Es simplemente mi forma de ganarme la vida.

A mí lo mejor que me ha pasado ha sido conocer a Dios. Yo tuve un encuentro con él, y hubo un antes y un después en mi vida. Yo de pequeña nunca fui al culto porque mis padres son católicos, e iban a la iglesia normal, y a la Semana Santa…”.

Pero su marido le hablaba del culto, de lo bonito que era vivirlo, y le despertó la curiosidad: “yo quiero saber cuál es la verdad, aunque cada uno tiene su verdad y cada religión tiene su verdad. Pero yo investigaba, leía la biblia, y al final di con lo que yo creo que es la verdad: la iglesia evangélica. Descubrirla es lo mejor que me ha pasado, porque te cambia tu forma de ver la vida, te cambia todo. Te hace otra clase de persona, y es que hay un antes y un después. De eso hace ya 13 años, antes de tener a mi hija. La vida, no sé cómo, me llevó hasta ahí. Y ni el flamenco ni nada me da lo que me da el culto.

Yo he estudiado mucho la biblia, y voy al culto siempre que mi trabajo me lo permite, escucho la palabra, y así me encuentro muy bien”.

El futuro

“No soy yo mucho de mirar el futuro, yo vivo el día a día. Eso es muy de nosotros. Vivo con lo que tengo. Gracias a Dios tengo a mis hijos sanos, tengo un piso en condiciones, vivo en un buen barrio, como vive cualquier persona normal. Y tengo mi trabajo”. 

Vanessa-web2

Desde la primera conversación con Vanesa, por mi parte hubo mucha complicidad. Estuvimos hablando varios días para poder quedar y el mismo día de quedar para hacer las fotos tuvimos que improvisar porque había muchas actividades alrededor. Las dos estábamos muy entusiasmadas y con ganas de hacer algo bonito y que la representara.

Bianca
Fotógrafa Colectivo FAMA

Vanesa
La India

Vanessa-web2

Bailaora profesional

Nacida en Málaga hace 47 años en una familia de artistas, esta mujer gitana se crió con una madre bailaora y un padre director de cuadro artístico. “Yo en mi casa siempre he escuchado flamenco, venían guitarristas, bailaoras, cantaores… Todo eso al final se absorbe, ya lo tenía dentro de mí”.

Aunque de pequeña no quería ser bailaora sino bailarina de ballet, a los 14 años Vanesa le dijo a su padre: “Yo quiero ser bailaora”. Y su padre se echó a reír: “Anda, niña, si tú no sabes bailar”.

“Y como soy tan cabezota -cuenta Vanessa-, empecé a ir todos los días a la academia de mi madre, monté mi propio espectáculo y con 15 años y estaba representando a España en el Primer Festival de Gitanos de Alemania, con Espectáculos Mundo”.

Hoy Vanesa La India es una bailaora profesional de éxito, tiene 3 hijos y sigue bailando, la mayoría de las veces con su marido. Recientemente ha presentado un espectáculo propio en la Bienal de Arte Flamenco de Málaga.

A Vanesa la llaman “la India” porque desde que su marido la conoció y debido a ella llevaba dos trenzas negras muy largas, él siempre le decía “pareces una india”, y de tanto decírselo ya la gente empezó a llamarla India. Y finalmente se quedó como parte de su nombre artístico.

Su familia

Vanesa nació en Málaga hace 47 años. Su familia es toda de Málaga, gitanos y casi todos artistas: su padre es primo hermano de La Cañeta, del Tiriri, del Cojo de Málaga y de muchísimos artistas de Málaga. La hermana de su padre era La Pollito de Málaga, que ha sido también muy conocida.

“Yo me crié muy bien, con mis padres que eran los dos artistas; ellos siempre me apartaron de los barrios marginales, vivíamos en La Cruz de Humilladero, tenía diez amigas y las diez eran payas; la única gitana era yo. Y así me he criado, relacionándome con todo el mundo, no me he apartado ni he vivido solo entre gitanos. Y así crío también yo a mis hijos”.

La madre de Vanesa es bailaora, su padre bailaor, y tiene un hermano solamente, que no tiene nada que ver con el flamenco. “Mi madre es Luci Montes, profesora del 98% de los artistas de Málaga, y ha dado clase a Rocío Molina, a Sergio Aranda, a Moisés Navarro… Y mi padre era director de cuadro artístico, tenía su compañía, y todos los artistas de Málaga han trabajado con él”.

Vanesa estudió de pequeña la EGB, y luego en el instituto se sacó hasta 2º de administrativo-contable y dejó de estudiar cuando era ya auxiliar administrativa, para dedicarse a bailar. Empezó a viajar mucho y no podía seguir estudiando.

Cuando se casó con su marido se fueron a vivir a Marbella donde han permanecido 18 años, y ahora llevan 7 años en Fuengirola “porque yo quería venirme más cerquita de mi familia”.

Se casaron teniendo ella 21 años y tienen tres hijos: dos varones y la pequeña, de 12 años, que más que bailar lo que quiere es cantar. “Canta estupendamente, pero no por flamenco. A ella le gusta más investigar estilos, lo mismo canta una letra flamenca como de repente se pone a cantar blues, jazz… Ella quiere mezclar, investigar, ir probando. Lo mismo te canta una alabanza que canta por flamenco o música moderna. Tiene muchos vídeos en YouTube, se llama Estrella Moreno".

De sus dos hijos, el mayor tiene 27 años, está trabajando, vive en Málaga y tiene su familia. “Tengo tres nietos”, cuenta Vanesa con orgullo; y el mediano va a cumplir 20 años y se quiere casar ya, “es muy gitano y lleva mucho tiempo con la novia, así que a lo mejor este verano lo casamos. Vive con nosotros todavía”.

Sus inicios en el baile

De sus inicios nos cuenta Vanesa que, como su madre siempre ha sido profesora de baile, la gente pensaba que ella iba a ser bailaora y que aprendería con su madre. "Pero yo no quería ser bailaora, que va, sino bailarina, soñaba con ser bailarina de ballet”. 

El caso es que su madre montaba cada año un espectáculo para un concurso anual que había en Málaga que se llamaba “Parque Mediterráneo”, en el que había baile regional, baile clásico, flamenco… Y con los alumnos de su academia, su madre montaba bailes y los presentaba al concurso. De hecho ganó siete u ocho años seguidos el primer premio, nos cuenta La India.

“Y cada año, cuando llegaba la época de celebrarse el concurso, yo empezaba a llorar, que yo quería bailar. Y mi madre me decía: -pero si yo llevo preparando este espectáculo un año, y tú quieres bailar el último mes…-. Al final, en un mes yo me aprendía lo que se aprendían sus alumnas en un año, y bailaba en el concurso. Pero cuando se acababa, otra vez volvía a mi mundo y ya no quería bailar… Pero todo eso al final se absorbe, está en tu mente… Yo en mi casa lo que he escuchado siempre ha sido flamenco, a mi casa han venido guitarristas, bailaoras, cantaores… Entonces eso yo ya lo tenía dentro de mí”. 

Y cuando tenía 14 años, Vanesa le dijo a su padre: “Yo quiero ser bailaora”. Y su padre le contestó entre risas: “Anda, niña, si tú no sabes bailar”. Pero ella estaba emperrada con la idea, y siguió pidiéndole a su padre que le dejara, y que le llevara a sus espectáculos. “Y como soy muy cabezota, me acabó llevando”. El primer día que la llevó, Vanesa se cayó, rompió el traje y formó “lo más grande”. Su padre “le pregonó”, y le dijo “tú estás loca, tú no sabes bailar, y mira la vergüenza que he pasado por ti…”.

Y ella, como es muy orgullosa, le dijo a su padre: “Pues ¿sabes lo que te digo? Que voy a ser más artista que tú y que mamá”. Y empezó a ir todos los días a la academia de su madre, y luego ya sin su madre… cogía las llaves de la academia y se bajaba ella sola, y ella sola montó su primer espectáculo. Les propuso a algunas alumnas de su madre que trabajaran con ella, aceptaron, se presentó en Espectáculos Mundo y les dijo “Soy la niña del Mariano y de la Luci, y yo tengo un espectáculo también y quiero que me llevéis”. Ellos fueron a verla, y con 15 años estaba ya representando a España en el Primer Festival de Gitanos de Alemania, con Espectáculos Mundo.

Y a partir de ahí se dedicó por entero al baile. Durante varios años, su marido y ella han viajado con cuadros flamencos por todo el mundo, han estado de diferentes giras, en Turquía, en Marruecos, en Alemania, Francia y otros sitios de Europa. Vivieron un año en Canadá con otros artistas gitanos, guitarristas, cantaores, bailaores… “No teníamos hijos todavía, y fue una experiencia muy buena. Se aprende mucho, al principio no sabíamos inglés, pero de estar en Toronto tuvimos que aprender sí o sí para poder vivir allí”. 

“Mis padres al principio no me dejaban irme a Canadá, y  yo a mi hija tampoco la dejaría… Eso sí, mi padre fue antes que yo a Canadá, estuvo allí 6 meses, y ya cuando conocía todo aquello y había estado trabajando allí, yo fui y él se volvió. Pero él me abrió el camino, no me hubiera dejado ir sin él conocer todo aquello…”.

Su profesión de bailaora, hoy

Actualmente Vanesa La India se gana la vida bailando, y como su marido es guitarrista, casi el 50% de las veces que ella sale a bailar a un escenario, lo comparte con su marido.

En estos días está preparando un espectáculo que le han concedido en la Bienal, y que estrenan el 13 de mayo en el teatro de Vélez Málaga. El espectáculo se llama Tacón Gitano, y ella es primera bailarina. El espectáculo está diseñado para dos bailaoras; una chica joven, de veintitantos años, y Vanesa que tiene cerca de cincuenta. “Es como dos tiempos del flamenco, dos formas diferentes de enfocar el baile, aunque las dos somos muy flamencas: flamenco anejo y flamenco más actual”. 

El hecho de ser gitana, ¿le ha supuesto a Vanesa alguna ventaja o al contrario?

“En mi mundo se valora el ser gitana, porque realmente el flamenco es de los gitanos”. Aunque hoy en día el flamenco es patrimonio de la humanidad, y se está abriendo a muchos otros ámbitos, las raíces originales del flamenco son de los gitanos”.

Ella nunca ha tenido problema de rechazo por ser gitana, sino más bien lo contrario, pero sí que es verdad que actualmente tiene más problemas que antes, nos cuenta, “porque ahora el flamenco se está abriendo tanto que para trabajar en algún lado cogen primero a un payo que a un gitano. Y eso lo estamos notando mucho los gitanos”. Por ejemplo, nos comenta que cuando hay un festival, en vez de llamar a un gitano llaman a Miguel Poveda, que no lo es. O a Sara Varas en vez de llamar a una bailaora gitana…

“Ellos saben moverse, por el tema de que han estudiado más, saben relacionarse mejor, tienen mejor forma de expresarse, y quieras o no quieras se les abren más puertas que a nosotros… Por eso nosotros necesitamos estudiar, y mi hija va a estudiar, y luego que haga lo que quiera”. Una vez que termine el instituto, si ella quiere hacerse una carrera como artista, que decida libremente”.

Vanesa se queja de la discriminación que aún hoy existe en la sociedad. “Nosotros los gitanos no somos ni más buenos ni más malos. Lo que pasa es que lo hemos tenido más difícil. Hoy en día queda todavía mucho racismo: vamos andando por la calle y se nos nota que somos gitanos, por nuestras maneras… Entras en un supermercado y van detrás de ti pensando que vas a robar porque eres gitano… Todavía existe mucho racismo. Y eso hace que lo tengamos todo más difícil”.

Recuerda Vanesa las historias que le cuenta su abuela, los sucesos que les ocurrían a sus abuelos cuanto todo era para ellos mucho más difícil. "Los gitanos estábamos totalmente rechazados, perseguidos, nos querían viviendo aparte, en los colegios no querían sentarse con los niños gitanos, los tenían en una mesa aparte… Hoy en día, afortunadamente, hay muchos payos que nos apoyan y las mentes son más abiertas. Pero todavía sucede…”.

Su día a día

Casi todos los días trabaja, y para ella trabajar es bailar. Y el día que no baila, da clases en una academia de Málaga, aunque siempre prefiere bailar a dar clases. Pero todo ayuda, nos dice.

No tiene representante, se mueve ella sola. Vanesa explica que antes, al haber más trabajo, sí que era preciso tener un representante. "Y se ganaba tres veces más de lo que se gana ahora”, apostilla. “Hoy en día salen muy pocas galas buenas, que paguen bien, y cuando salen yo llamo a mi asesoría y son ellos los que me llevan el tema del papeleo, las altas en la seguridad social, etc. Pero actualmente mi profesión no da para tener un asesor personal”.

"Mi día a día de trabajo es más en los tablaos de Málaga, en el Gallo Ronco, en la Peña Juan Breva y sitios así, con mi marido y alguien más, y luego ya si nos salen espectáculos pues ya formamos el cuadro grande: ahí yo hago de artista pero también de empresaria, gestionar las llamadas, definir el caché, montar el espectáculo…”.

Sus valores como mujer gitana

“Para nosotros la familia es muy importante. El amor por la familia, y el respeto a los ancianos, porque ellos han vivido lo que nosotros no. Y ellos lo que pretenden es siempre algo bueno para nosotros.

Si tú no amas a tu familia, ¿cómo vas a amar a una amiga o a tu pareja? Tiene que haber, antes de nada, un amor por la familia. Para mí es lo más importante. Así me lo han inculcado mis padres y yo se lo inculco a mis hijos. Que mi familia siempre esté bien, que se lleven bien, que no haya malos rollos. Es para mí más importante que mi trabajo, que el flamenco y que nada… Yo también soy evangélica, voy mucho a la iglesia, al culto, y se trabaja mucho el amor, el respeto, la unidad…

Estoy feliz con mi persona, todo lo que he hecho he intentado hacerlo bien, mis valores son buenos… 

De qué se siente más orgullosa Vanesa

“Orgullosa de mis hijos, haber tenido a mis hijos no lo cambio por nada. Y no estoy especialmente orgullosa de bailar flamenco. A mí el flamenco, la verdad, lo tengo como una forma de vida; pero no son ganas de ser famosa ni nada de eso. Es simplemente mi forma de ganarme la vida.

A mí lo mejor que me ha pasado ha sido conocer a Dios. Yo tuve un encuentro con él, y hubo un antes y un después en mi vida. Yo de pequeña nunca fui al culto porque mis padres son católicos, e iban a la iglesia normal, y a la Semana Santa…”.

Pero su marido le hablaba del culto, de lo bonito que era vivirlo, y le despertó la curiosidad: “yo quiero saber cuál es la verdad, aunque cada uno tiene su verdad y cada religión tiene su verdad. Pero yo investigaba, leía la biblia, y al final di con lo que yo creo que es la verdad: la iglesia evangélica. Descubrirla es lo mejor que me ha pasado, porque te cambia tu forma de ver la vida, te cambia todo. Te hace otra clase de persona, y es que hay un antes y un después. De eso hace ya 13 años, antes de tener a mi hija. La vida, no sé cómo, me llevó hasta ahí. Y ni el flamenco ni nada me da lo que me da el culto.

Yo he estudiado mucho la biblia, y voy al culto siempre que mi trabajo me lo permite, escucho la palabra, y así me encuentro muy bien”.

El futuro

“No soy yo mucho de mirar el futuro, yo vivo el día a día. Eso es muy de nosotros. Vivo con lo que tengo. Gracias a Dios tengo a mis hijos sanos, tengo un piso en condiciones, vivo en un buen barrio, como vive cualquier persona normal. Y tengo mi trabajo”. 

Desde la primera conversación con Vanesa, por mi parte hubo mucha complicidad. Estuvimos hablando varios días para poder quedar y el mismo día de quedar para hacer las fotos tuvimos que improvisar porque había muchas actividades alrededor. Las dos estábamos muy entusiasmadas y con ganas de hacer algo bonito y que la representara.

Bianca
Fotógrafa Colectivo FAMA